jueves, 3 de abril de 2014

Conociendo a nueva familia. Seguir tus instintos es igual a encontrar tu destino - I Parte

Generalmente cuando naces llevas una formación por parte de tus padres, en las que ellos deciden, como debes vestir, como debes actuar, como debes pensar, a que religión debes pertenecer y un sin fin de cosas que te van formando como persona, siguiendo patrones impuestos por la sociedad y que les fueron inculcados a ellos, patrones y valores que te inculcan en el proceso de crecimiento. Pero llega un momento en el que las decisiones las empiezas a tomar tú, a escoger lo que te gusta, a seleccionar a las personas que quieres que estén en tu vida, pero finalmente llega el momento de tomar la decisión de qué hacer con tu vida, si seguir los patrones impuestos por tus padres y la sociedad, o simplemente hacerle caso a tu instinto y empezar a buscar tu destino. El pensamiento lo tuve desde muy niño hasta terminada la escuela, tomé la decisión de conocer el mundo por mí mismo, salir de la pequeña ciudad donde vivía y comprobar si lo que ves en la televisión, existe.

Tomar la decisión de buscar tu destino a los 16 años recién cumplidos, es algo que aterraría a muchas personas, más si son personas que crecieron en una ciudad pequeña, en un seno familiar muy unido, unzo formación religiosa en la escuela, que de una u otra forma te ayudarán y servirán en esta aventura que quieres emprender, pero ojo, acá no debe haber marcha atrás, hay que estar consciente de que, lo que se viene, no será nada agradable muchas veces, pero la adrenalina de explorar y conocer es lo que te impulsará a sobrellevar todo lo que la vida te tiene preparado. En adelante cada paso que des marcará tu camino e irá forjando tu destino, cada paso que des, sea para bien o para mal, será primordial y vital para llegar a lo que buscas.

Era la fiesta de graduación, todos pensaban en con que chica ir al baile, las más bonitas eran las que todos disputaban, el mejor traje, para después pensar en la universidad, buscar a la mujer ideal, quien será tu futura esposa, formar tu familia y vivir una vida plena y feliz, yo sin embargo, pensaba en como salir de esa ciudad, con que dinero me iría y a donde me iría, para mi no era prioridad pensar en la fiesta de promoción, de hecho fui por compromiso y fui con mi hermana, ya que muchas de sus amigas estarían ahí de parejas de muchos de mis amigos, así que se puso hermosa y yo solo un terno, fuimos y la pasamos bien, ella con sus amigas y yo con mis amigos, ella estaba más emocionada que yo por la fiesta de promoción, a pesar que era 2 años menor que yo.

Pasaron 6 días de la fiesta y alguien estaba por nuestra pequeña ciudad de visita, un primo lejano de la familia que había llegado de EE. UU. a la capital y luego directo a mi pequeña ciudad, y retornaría a la capital para partir nuevamente a EE. UU., la capital, era la ciudad que me vio nacer y crecer hasta los 5 años aproximadamente, era el momento de regresar, era la capital, ciudad donde los sueños se hacen realidad. Era el momento de tomar una decisión que cambiaría mi vida, tuve que mentir y hacerle creer a mi tío que tenía permiso de mis padres de que me lleve a la capital en su auto, iban a ser 28 horas de viaje conduciendo, a mis 16 años era difícil convencerlo sin presencia de mis padres, algo pasó que me creyó, creo que fue la fiesta de despedida que le hicieron y el hecho de que había bebido demasiado lo que hizo que me dijera: "a las 7:00 a.m. partimos, viajamos junto con otro tío, al que recién conocía, ya en casa de mi abuela desde donde partíamos, supe que mi padre se enteró, mi madre si estaba al tanto, estuve algo nervioso mientras el auto avanzaba y salía de la ciudad, pensando que mi padre vendría detrás a detenerme, 26 horas después llegamos a la capital, mi tío me preguntó: "sobrino, ¿dónde es que te tengo que dejar?", recuerdo que sabía de un familiar que vivía en una parte de la capital, así que le pedí que me dejara cerca, que yo sabría como llegar, él sin refutar lo hizo, tenía que ir al aeropuerto y yo era su última preocupación, así lo hizo y bajé del auto, cogí mi mochila y me despedí, mi emoción era tan grande, que solo atinaba a reír y empezar a descubrir y explorar un mundo nuevo, era el inicio de lo que tanto anhelé, estaba solo en una gran ciudad sin dinero, en busca de mi destino.

A partir de entonces mi pensamiento siempre fue positivo, de hecho, eso es muy importante para poder sobrellevar cosas nuevas, todas absolutamente nuevas, era mi aventura, era lo que quería, así que no debía de quejarme de nada, ni mucho menos dar marcha atrás. "Todos los caminos conducen a Roma", es una frase que siempre había escuchado, así que supongo que si la variaba un poco, podría decir que "Todos los caminos conducen donde mi tía", donde pensaba llegar una vez que estuviera en la capital, preguntando llegué, estaban todos desayunando, aún recuerdo sus rostros cuando me abrieron la puerta, lo recuerdo porque nadie se sorprendió, el saludo de mi prima y mi tía autoritaria diciéndome: "Tu padre me ha llamado, es inaudito que hagas ese tipo de cosas y preocupes a toda la familia, ¿quién te ha dicho que a tu edad puedes hacer lo que se te dé la gana?", yo solo miraba asustado y nervioso el rostro de mi tía, donde solo pensaba, sal y corre... "Por cierto, tu papá me ha pedido que te mande de regreso, así que no desempaques nada y por la tarde te vas de regreso". Dentro de mí pensaba, es imposible que dos personas (mi padre y mi tía) decidan sobre mi futuro, así que solo mire a mi tía y le dije, "No pensaba desempacar, solo estoy de pasada, quise venir a visitarlos, y si vas a ir a comprar un pasaje de regreso, gastas dinero en vano, porque de esta ciudad nadie me saca, bueno, ya los vi, ahora paso a retirarme". Fueron palabras decisivas, ya que mi tía inmediatamente tomó una decisión que era parte del destino que se venía formando. "No creo que tengas a donde ir, ya que jamás has estado acá, te quedarás acá, hablarás con tu padre y luego decidimos que hacemos". 

Esas palabras me sirvieron para quedarme más de 1 meses en casa de mi tía, conocí toda la ciudad perdiéndome, caminando horas de horas, estaba fascinado, pasaba el día sin comer, hacía amigos en la calle, conocí a mis primos, que solo sabía que existían por foto, me hice muy amigo de mi tía, de quien aprendí lo mejor, cocinar. Era su compañero a todos lados, al mercado, a hacer compras, a pasear. Pero la insistencia de mi padre hizo que ella no tuviera otra opción que decirme que regresara. Pero ya había contactado con otro familiar, quien me pidió que me quedara con ellos, le ayudaría mucho en casa a ella a su esposa y mis dos primas una recién nacida y otra de 2 años, así que me fui de casa de mi tía sin decir nada. La convivencia con mi tío fue muy buena, hasta que se enteró que no tenía el consentimiento de mi padre para estar en la capital, él si logró convencerme que regrese, que aún tenía 16 años, a esa edad solo debía estudiar y estudiar, sin documentos no podría hacer nada en una ciudad tan grande, menos sin dinero, le pregunté ¿si saco un documento "carnet militar" (en esa época te daban si te presentabas al servicio militar) podría regresar?, creo que mi tío para salir del momento, me dijo que sí, vaya, ese "sí" me lo tomé en serio. De mi tío rescaté una cosa, que me enseñó una vez, una casa donde tenía familia, una tía muy lejana que no frecuentaba mucho con la familia, pero que él si frecuentaba. Me quedé con la imagen de la casa, sin saber que esa familia en unos meses sería mi segunda familia por muchísimos años. Las cosas suceden por algo, cada decisión aunque parezca que va en contra de lo que quieres, tiene un motivo, ese motivo era lo que no hacía que me desanime ante nada, así yo pensara que era negativo.

Me embarcaron, después de 3 meses que había partido, a la pequeña ciudad donde había crecido desde los 5 hasta los 16 años. Me tomó menos de un mes conseguir mi carnet de servicio militar, nuevamente me fui a la capital, en un bus, los menores de edad no pueden viajar sin el permiso de los padres y que no sea con un acompañante sino van los padres. A mi corta edad que me sentía de mundo, solo porque viajé una vez sin permiso, me atrevía a hablar con los choferes de los buses, "te pago el pasaje a ti y me llevas de copiloto o me das un asiento vacío,  no tengo documentos, quiero salir de esta ciudad", dos me dijeron que no, uno me dijo que no había problemas, pero me advirtió "hay un control antes de entrar a la capital, suben policías y piden documentos a todos, si te atrapan a mi no me metas en nada porque puedo perder mi trabajo", -"no te preocupes, antes de llegar al control me escondo en tus pies, abres tu puerta y me bajo por tu puerta mientras ellos suben por la otra, me escondo debajo del bus"-, efectivamente lo hice así, viaje de la capital la ciudad varias veces antes de tener documento de identidad cuando cumpla 18, se hizo rutina, el escaparme de los policías en el control para entrar a la capital, recuerdo uno en especial, me había quedado dormido, cuando sentí un remezón en mi cuerpo, era un policía que me despertaba pidiéndome documentos, a mi lado una anciana buscando en su enorme bolso sus documentos, sabía que era un poco sorda, porque me preguntó algunas cosas, a lo que yo tenía que gritar para que me escuche, así que le dije al policía, "soy menor de edad, no tengo documentos, viajo acompañando a mi abuela, que está buscando sus documentos en su bolso", vaya que me creyó, porque se fue a pedir documentos a los demás pasajeros, para cuando avanzó unos asientos más la anciana encontró sus documentos, le dije, "guárdelos, el policía ya se fue", cuando el policía venía de regreso la miré, le sonreí y la abrace a la anciana, que en un lindo gesto me sonrió y me tocó un cachete, el policía nos miró y siguió su camino hacia la puerta, bajaron a un par de personas, que se quedaron y no regresaron al bus, cuando el bus partió, corrí donde el chofer y me dijo: "¿qué pasó?, te estuve gritando y no me escuchabas", -"me quedé dormido, pero me las arreglé"-, me sentía un rebelde sin causa... bueno, creo que tenía una causa o un motivo, era seguir buscando mi destino.

Fue grande la sorpresa para mi tío abrirme la puerta cuando toqué, sus primeras palabras fueron: "¿qué haces acá?", -"pues tu me dijiste que si conseguía mi carnet de servicio militar podría regresar, y acá estoy"-, "Tu papá sabe que estás acá", -"por supuesto que sí, ¿quién crees que me dio dinero para venir?, si gustas llámalo"-, me las estaba jugando, porque en casa no sabían nada.

Un día decidí ir a conocer a esa familia que me había comentado mi tío, caminé aproximadamente 8 horas hasta llegar a esa gran avenida y esa esquina donde quedaba aquella casa antigua verde de 3 pisos, toqué la puerta y salió una chica linda y le dije: "Hola, busco a la señora Cecilia, de parte de su sobrino Isaac", la chica un poco nerviosa (creo que le gusté, bueno, le gusté, después fuimos novios), subió corriendo y bajo a decirme: "sube, te acompaño, es en el tercer piso", era una casa donde vivían muchas personas, todas familia del esposo de mi tía, yo vendría a ser su único familiar de sangre. Me presenté, ella se rió cuando le conté todo lo que hice para llegar, me invitó un lonche riquísimo a las 7 de la noche, me presentó a sus 4 hijos, en adelante mis nuevos hermanos, me presentó a su esposo, y toda la familia de su esposo, a pesar que vivían muchos en esa enorme casa, era genial estar ahí, todos ellos eran personas espectaculares, la forma humilde en la que vivían en una casa de 3 pisos arrendada, en un distrito o comuna de clase media alta, no se sentía por la riqueza de espíritu de cada uno de los miembros que la habitaban, era tan genial estar ahí; de pronto pasaba 3 días donde mi tío y esperaba ansioso el jueves para ir donde mi tía y mis nuevos primos y toda su familia que me tomaron como su familia, el jueves, viernes, sábado y domingo eran los mejores, conocí mucha gente del barrio de ellos, personas que fueron unos de los cientos de amigos que aún conservo, pero que fueron los primeros en conocer en la capital.

Ya por entonces con 17 años cumplidos yendo y viniendo a mi ciudad donde crecí, pasando por mil anécdotas con los choferes y la policía en los controles, los viajes ya no eran de 28 horas, muchas veces duraban varios días, empecé a viajar de ciudad en ciudad, trabajar en lo que podía para solventar mis gastos, me había prohibido pedir dinero a mis padres, aunque creo que a veces lo hacía, pero era mi aventura, tenía que arreglármelas como sea, así la pasé hasta cumplir los 21 años, trabajando en hoteles, restaurantes, fábricas, cuidando niños, lavando ropa, limpiando casas, conociendo más familia, conociendo más amigos, muchos amigos, muchas aventuras, algunas novias, bailes, salidas, paseos, discotecas, bares, navidades con gente, otras solo, otras viajando, otras en la calle con gente humilde compartiendo algo de comer, durmiendo en la calle, durmiendo en cientos de casas de diferentes personas que conocía en el camino, durmiendo en el piso, en muebles, en sillas, camas, hoteles, con una mochila que fue mi confidente por muchos años desde mis inicios, ya conocía lo suficiente recorriendo parte del país, necesitaba hacer una pausa y estudiar algo, mis hermanos ya estaban por terminar el colegio algunos y los otros en la universidad, así que acepté una petición de mi madre como promesa, ella se iba del país por un mejor destino, me dijo, estudia si quiera una carrera técnica y termínala, y partió a otro país, yo empecé a estudiar Publicidad y Diseño Gráfico, a los 2 meses de haberse ido mi madre, se fue mi padre y mi hermana la menor, con el tiempo se fue toda mi familia, yo me quedé en la capital, con el tiempo se fue más familia, familia por parte de mi padre, vaya que valió la pena, ellos son mi orgullo, las oportunidades de crecimiento que le negó su país de nacimiento, se las dio otro país vecino, es un orgullo verlos ahora.

Finalicé mis estudios como se lo prometí a mi madre en dos años en una ciudad cerca a la ciudad donde crecí, donde conocí muchas personas, hice muchas amistades, amistades que cada vez que regreso me reciben con los brazos abiertos, junto con sus hijos... y pensar que los conocí muy jóvenes, pero así es la vida, evoluciona y cambia, fue duro dejar a estos amigos después de 2 años, duro, porque sabría que no regresaría jamás a vivir en esa ciudad, iría de visita algún día, pero ya tenía unas metas trazadas, regresé a la capital, esta vez con un cartón bajo el brazo, era un nuevo comienzo, ya tenía 23 años, ya no tenía 16, este viaje que debería tomar 2 horas en avión a la capital, duro 3 meses, porque decidí seguir yendo en bus, recordando mis épocas a los 16 años, fui de ciudad en ciudad, me quedé en casa de muchos amigos que había conocido, hasta que era momento de enfrentar la realidad como adulto, lo que nunca quise hacer, porque odiaba los patrones impuestos por la sociedad, pero dentro de mí estaba el hecho de saber ¿cómo es trabajar en una empresa con horarios y con profesionales?, tenía que aprender mucho de lo que había estudiado, de lo contrario iba a ser uno más del montón con un cartón bajo el brazo, habría que buscar los lugares y las personas indicadas, empezaba una nueva era de "casi adulto", así que habría seguir...

Continuará...


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